...
El carro que le seguía a Reinaldo era aquél sedán rojo. El de Madre. El carro de María Malditenz.
Madre María Malditenz vio a su hijo, justo al que buscaba, abrió la puerta, salió corriendo en trapos multicolores, llorando, el cabello de paja elevado electrizado, llorando, llorando. ¿Qué pasa, qué pasa? Un pañuelo multicolor secando sus lágrimas desparramadas y una fotografía en la otra mano. Lo sostuvo de los hombros y lo sacudió.
Felipe la miró con su ojo morado sin decir nada, anonadado, calladamente haciendo todas las conexiones. El orgullo gay, el pañuelo mojado, Hendrix, Gloriana la que no llegó nunca, y mi padre, mi padre. Oh, mi padre.
lunes, 30 de julio de 2007
martes, 24 de julio de 2007
lunes, 23 de julio de 2007
liebestod II
mi estadía es fugaz
nuestra compañía silenciosa
mi debilidad catártica en la espalda
al caminar encima de ti
nunca he sido tan niño
el preludio de una vida larga
sin sentimentalismos que se explayan
como lazos familiares
flotando en el vacío
nuestra compañía silenciosa
mi debilidad catártica en la espalda
al caminar encima de ti
nunca he sido tan niño
el preludio de una vida larga
sin sentimentalismos que se explayan
como lazos familiares
flotando en el vacío
sábado, 14 de julio de 2007
viernes, 13 de julio de 2007
miércoles, 11 de julio de 2007
supermercado
entro al supermercado.
soy un fantasma en las puertas corredizas.
el aire es cómodo aquí.
me siento como si
nos faltara un ingrediente
para lo que cocinábamos en romance,
y vinimos rápido entre chistes,
ojos apostando al sexo,
vestidos como blancos turistas.
y luego, después de la vuelta
a casa, anochecidos como
un túnel sin ecos, la distancia entre
el supermercado y nuestro hogar,
después de la exquisita comida
y nuestro talento intelectual,
el disco inefable de jazz,
el vino y el sofá dormido,
hacemos el amor como monos.
soy un fantasma en las puertas corredizas.
el aire es cómodo aquí.
me siento como si
nos faltara un ingrediente
para lo que cocinábamos en romance,
y vinimos rápido entre chistes,
ojos apostando al sexo,
vestidos como blancos turistas.
y luego, después de la vuelta
a casa, anochecidos como
un túnel sin ecos, la distancia entre
el supermercado y nuestro hogar,
después de la exquisita comida
y nuestro talento intelectual,
el disco inefable de jazz,
el vino y el sofá dormido,
hacemos el amor como monos.
jueves, 5 de julio de 2007
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