la madre de un amigo
en mi juventud
recogía las palomas, zanates
ardillas y demás,
medio moribundas,
atrapando el aire como agua
el cielo como profundidad.
la criatura gigante
que con ga-to-ra-de
les devolvía la vida y los sentidos
a los animalitos,
despegados de la dureza del piso,
más no de la gravedad.
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