entro al supermercado.
soy un fantasma en las puertas corredizas.
el aire es cómodo aquí.
me siento como si
nos faltara un ingrediente
para lo que cocinábamos en romance,
y vinimos rápido entre chistes,
ojos apostando al sexo,
vestidos como blancos turistas.
y luego, después de la vuelta
a casa anochecidos, como
un túnel sin ecos, la distancia entre
el supermercado y nuestro hogar,
después de la exquisita comida
y nuestro talento intelectual,
el disco inefable de jazz,
el vino y el sofá dormido,
hacemos el amor como monos.
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